Te acepto como eres, y eso incluye estar contigo sin querer cambiarte y alejarme de ti si no me gusta lo que veo, tal vez esta última opción es la forma más sincera de aceptación, si no te gusta lo que soy aléjate de mi, pero no trates de amoldarme a tu forma, ni de acomodarme a tus intereses o fantasías.
Yo soy lo que estás viendo, la mujer que conoces, la misma parlanchina que a veces quiere quedarse callada para escuchar sus pensamientos, la escritora de ideas cuerdas y sueños locos, la dormilona de fin de semana que hace proyectos desde la cama, la constructora de planes y cumplidora de promesas, la apasionada lectora de novelas y libros de superación, la misma despeinada obsesionada por la ortografía que se cree la mamá de todos los niños del mundo y que tiene que tomarse un tinto para poder empezar el día.
Tampoco quiero que cambies por mí, no puedo pedirte algo que no estoy dispuesta a ofrecer, el cambio es algo tan personal que solo se puede hacer cuando nace del corazón, además si cambiaras… dejarías de ser tú.